viernes, 17 de febrero de 2017

Siempre algo queda


Elisa Jiménez

Definitivamente ese viernes era de los peores, las cosas empezaron mal y definitivamente no fue un día en el que el mundo estuviera  a mi favor.El café de la mañana me había quemado la lengua y todo lo que probaba me sabia horriblemente amargo, me había golpeado la rodilla con la mesa, tenía las ojeras más grandes que había visto sobre mi rostro  y escuchar la radio me resulto un dolor de cabeza tenaz… ¿Qué más podría salir mal?El Trole que había tomado se dañó en media trayectoria y despedía un olor a caucho quemado insoportable, y a pesar de que corrí como nunca lo hago, perdí dos buses que podían llevarme hasta la facultad, estuvieron a punto de robarme el celular y me quedaría fuera de clases por lo menos media hora más… Eran más de las siete de la mañana, y era evidente que mi día estaba por empeorar…Había caminado ya toda la calle Bolivia y no podía dejar de pensar que era realmente tarde, 7:25 am para ser exactos, había empezado mal, y vaya que había empezado mal después de llegar al patio de la facultad, mis ojos estaban por salirse de sus orbitas cuando al subir las gradas hacia el patio vi las inmensas filas que le daban la vuelta al patio entero, ¿Qué pasa? ¿De qué me perdí? ¿Por qué todos hacían fila? (interrogación) Luego de unos minutos lo entendí…
Habían empezado las matriculas para escoger un taller optativo y yo estaba en la nebulosa, no sabía ni que habían matrículas y mucho menos el listado de talleres… para variar solo podía escoger entre dos talleres, lo cual en verdad me pareció un absurdo y cuando por fin supe que escoger, resulta que los cupos estaban llenos y que tuve que coger el mismo taller que había cogido en el semestre anterior: “Semiótica De Mercancías Simbólicas” con el profesor Raúl Moncada.Yo estaba cansada, me faltaba el aire por todo lo que corrí y estaba molesta porque no toleraba no poder escoger algo diferente y depender de la clasificación por semestres. Y aunque me sentía aliviada porque no vería a personas a las que en serio no tolero, para mí el taller representaba una repetición de una lección ya aprendida, como volver a ver una película o un documental y terminar por comprobar que mi cerebro saturado de ideas aun funcionaba para recordar aquello que me parecía tan aburrido…
El primer día resulto ser simple, pequeñas instrucciones sobre los contenidos, una presentación de la información inicial a revisar durante el taller y asistencia… aunque era fácil deducir que estábamos todos, pues solo fuimos cinco estudiantes… el segundo día la clase se trataría únicamente de una profundización sobre los ethos de Bolívar Echeverría y las mercancías vistas desde la perspectiva de cada uno, el modelo de Grimas y el de Echeverría para el análisis de mercancías y sus usos, el tercer día y el cuarto fueron días prácticamente libres, libres para escoger un tema a analizar y un modelo para exponerlo en la clase final.Y aunque era imposible sacar cero, la verdad tenía tanta pereza de repetir los mismos ejercicios que trabaje para la exposición del viernes, el jueves por la noche después de una larga siesta en la tarde. ¿Qué cómo me fue? Pues me fue bien, supe lidiarla bastante fácil y retirarme pronto del salón de clases para regresar al trabajo fue más fácil que decir, CALIFRAGILISTICOESPIRALIDOSO.
Ese viernes tenia curiosidad por sobre que habían hecho los demás, mis amigos en sus talleres, ¿se divirtieron? ¿Se aburrieron? ¿Aprendieron algo? ¿O como yo habían estado repitiendo contenidos aburridos porque no habían conseguido un cupo en algo nuevo por la esquematización por semestre?Así que pregunte a Michelle  me contó – mi taller se trataba de la arquitectura urbana y los hallazgos arqueológicos de San Francisco y el taller consistía en que teníamos que recorrer algunos lugares de quito, fuimos a la facultad de filosofía y conferencia, fuimos a recorrer el centro histórico y conocer cosas importantes como las catatumbas de san francisco, entramos a las iglesias, las siete cruces, fue interesante porque conocimos mucho sobre quito y san francisco, y creamos una página de internet que se llama San Francisco de Asís que tiene el fin de que la gente conozca lo importante de cuidar el patrimonio de quito, y estamos totalmente en contra al avance de la construcción del metro… no me pareció para nada aburrido, me divertí y aprendí muchas cosas que no sabía – y aunque lo dudaba un poco me llamo la atención cuando me hablo de celebrar a Quito – muchos celebramos a Quito, pero como el profe decía, celebramos a Quito sin conocer su verdadera Historia, ese día hubo muerte, hubo masacre y no deberíamos celebrarlo, y aunque es lindo pasar con los amigos y celebrar a la ciudad, deberíamos saber más sobre lo que celebramos – y como culparla por pensar así, cuando en la realidad todo apuntaba a una verdad.Kevin  por su parte me diría que su taller fue de lo mejor – estuvo dirigido por dos estudiantes egresados de la facultad, que ya trabajan, el uno como comunity manager y la chica como periodista en el diario la hora, lo más chévere era que no fue un taller donde te imponen tópicos a tratar o con un maestro que hablara todo el día de lo que quiera, sino, una reunión de amigos, donde están compartiendo experiencias y aprendiendo de un compa lo que puede pasarte al salir de la facultad – su taller era Periodismo 2.0 y Comunity Manager, y para él fue genial, aprendió cosas que desconocía y se divirtió…
Para Carlos el taller fue interesante con el profesor Merizalde, desde la práctica con la edición de fotos y los formatos, manejo de redes sociales y su correcto uso en el ámbito periodístico, le fue de agrado y sin duda pudo afirmarme que se divirtió.Para Francisco  quien escogió el post publicitario como taller con Pablo Rodríguez, tuvieron dos días de taller en materia y al igual que yo retorno el viernes para presentar su post, le pareció interesante, aunque no puedo negar que su frase – para que voy a mentir-  me reafirmo que al igual que mi taller hay talleres que no requieren más de 24 horas para dictarse y dejar algún conocimiento representativo.
Pero aunque mi taller no era el que buscaba, supongo que después de todo, algo queda, quedan conocimientos, experiencias, ideas y moralejas, siempre algo queda.

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