jueves, 16 de febrero de 2017

Crónica Isabel Burbano 5 "B"

PERIODISMO II
TRABAJO
Crónica
NOMBRE
María Isabel Burbano
CURSO
5 “B”
FECHA
23 de noviembre de 2016


Antetítulo: El mundo de la memoria en la historia
Los Pasos de mi padre
Sumario:
En esta crónica se encuentran los sentimientos, vivencias y experiencias de una esposa y una hija con respecto al esposo y padre que ya no está pero que la memoria y la vida se han encargado de guardarlo y recordarlo con más fuerza. Volver a pensar en quienes no están, pero han dejado una huella profunda en nuestras vidas y mentes.
Esto va para mi padre y su camino que me ha ido guiado a lo largo de todos estos años. Una parte de mi formación la creó el y siempre estaré agradecida.
Introducción
Extraño a mi papá, especialmente cuando me dirijo a la biblioteca en busca de un libro que me distraiga de mis tareas diarias en el mundo y es que a él le encantaba leer: filosofía, historia, religión, derecho. Todo un profesor de ciencias sociales.
Pero era silencioso, aunque a veces su voz recorría toda la casa como un huracán, no lograba decir todo lo que tenía en el corazón. Era una niña, pero podía escuchar los largos silencios de mi padre cuando me llevaba de la mano o cuidaba de mí. Ahora su silencio es aún más extenso porque la muerte simplemente es el sonido de la quietud.
Pretendo hablarles de ese ser silencioso que era mi querido papá, esa persona que aún me acompaña, su vida era silenciosa, pero en mi corazón siempre se ha mantenido como un tornado que tal vez nunca disminuya.
Un viaje largo
Raymond Burbano Bolaños había nacido en Carchi, Tulcán el, 31 de enero de 1947.Su infancia transcurrió de manera tranquila hasta que llegó a su adolescencia. Todo tímido y con grandes metas, empezó a tener problemas con sus condiscípulos y eso de alguna manera formó su carácter, ese que conoció mi madre después. Era un joven precioso, dice ella. Tenía el cabello castaño y la mirada perdida y seria en la fotografía de su graduación de bachiller, esas imágenes se calaron hondo en mi memoria.
Me sumerjo en varios documentos: actas de graduación, título universitario, carnets y finalmente su certificado de defunción. Pero más interesante que todo eso están sus libros. Dejaba de ser mi papi y se convertía en el Licenciado Burbano, el hombre que dictaba clases de filosofía e historia en el Colegio Brasil en el año de 1995, el hombre que se ponía un terno y salía todas las mañanas de casa a enseñar. El hombre que infundía temor y respeto a sus estudiantes.
- ¿Tienes alguna anécdota que recuerdes que ambos hayan compartido?
- Bueno, cuando nos conocimos y la primera vez que empezamos a salir fue justamente en el día del amor.
Miro a mi madre un ligero rubor cubre sus mejillas, al igual que papá, Sonia Muñoz es una mujer fuerte e inteligente, se graduó como docente de inglés y una de las últimas instituciones donde laboró fue en el Colegio Brasil, lugar donde conoció a Raymond cuando él era Inspector. A pesar de que han pasado los años ella no olvida los sueños y las experiencias que los dos tenían.
Miro su acta de grado, el Consejo Directivo del colegio “Diego de Almagro” (hoy desaparecido) le confirió el título en Humanidades Modernas con una nota de nueve sobre diez. Raymond se concentraba en sus estudios, obtuvo su título universitario con una nota también de nueve. A pesar de todo, él sabía de lo que hablaba era un diccionario parlante.
El colegio Brasil fue la vida de mi padre, al menos de lunes a viernes. El compromiso con su trabajo se vio reflejado en los últimos meses de su vida cuando luchaba con la Insuficiencia renal que terminó consumiéndolo: el 27 de octubre del 2001.
Tenía 10 años cuando me acerqué al estante de libros, ya había estado allí antes; leía las obras de la colección Ariel Juvenil de mi mamá: Corazón, Los Miserables la Cabaña del Tío Tom. Pero vi un libro que me llamaba la atención, tenía una dedicatoria para mi papá. La filosofía y la historia han estado presentes en mi vida gracias a mi papá, que pasaba los fines de semana leyendo sobre estos y otros temas.
-Algo que él quería hacer antes de enfermarse era ir a la Costa, de viaje a la playa, pero eso es algo que no se pudo hace ya que lamentablemente tuvo que ir al hospital y luego empeoró y falleció.
Unas lágrimas traviesas se acumulaban en los ojos de mi madre al hacerme esta confesión. Ella también es silenciosa, pero a lo largo de los años he aprendido a interpretar sus silencios, es como la quinta vez que nos podemos a hablar y recordar su vida y su memoria. No es tiempo de llanto, ella recuerda no solo a su pareja sino también al profesor.
Una de mis tías me regaló un sobre con algunas fotografías y documentos de su juventud y no he podido evitar comparar a un joven Raymond con el hombre de 52 años en la fotografía con traje que parece sonreírme. La vida de mi padre había cambiado: tenía un trabajo que adoraba y una mujer e hija a las que protegía celosamente.
La nostalgia me invade y retrocedo en el tiempo un momento, el olor de su ropa invade mis fosas nasales como si aún estuviera aquí. Mi memoria almacenó pequeños recuerdos que se resisten a fragmentarse, que siguen vivos. Había seguido un curso de locución técnico- práctica ¿Quién pensaría que unos años después estaría siguiendo Comunicación Social y teniendo como meta directa la radio?
-La semana que se quedó en casa no hablaba mucho, y creo que es porque estuvo en depresión.
Para Raymond el trabajo era lo primero, era un Inspector que ponía orden y un profesor igual de estricto con sus alumnos. Era testarudo y no aceptaba un no por respuesta. Pero no puedo mirarlo así, para mí era el señor que me llevaba a caminar al parque, el que jugaba conmigo hasta que me dormía, el que cuando empecé el jardín de niños se sentía feliz por mí. Incluso en esos últimos días intentaba dar todo de sí.
- ¿Cómo fue la relación con su padre?
- Su padre vivía aquí en Quito. Pero ambos se habían distanciado.
No conocí a mi abuelo, Víctor Manuel Burbano había fallecido 10 meses antes de mi nacimiento atropellado por un coche. Visité su tumba una sola vez, y aunque al principio no causó ningún sentimiento preciso, su nombre vive en mi cerebro de manera permanente. El padre de mi padre no era estricto, pero influyó mucho en la crianza de su único hijo varón. A pesar de sus diferencias la casa quedó a su nombre, quería mucho a mi madre.
- ¿Tienes algo más que decir sobre él?
-Que nunca lo voy a olvidar y que siempre te inculcaré que era un buen padre, que era un buen hombre.
Me da una pequeña sonrisa y besa mi frente cuando termino las preguntas, veo la tristeza reflejada en los ojos de mi madre. Ella aún guarda su título en la mesa de noche y conserva una fotografía tamaño mediano de él. Lo cuido por más de dos años, ella construyó un vínculo algo que no se puede borrar.
Por mi parte, tengo una imagen de nosotros tres, tenía dos años y nos encontrábamos en el cementerio de Tulcán, recuerdo las formas de animales que se veían en los arbustos. La observo cada noche. Pero ¿Qué me queda de él realmente? Su olor, su voz su mirada y su rostro, se pierden de mi memoria como un barco que zarpa a un rumbo peligroso. Me quedan sus libros, me queda su conocimiento me quedan las palabras. El mejor regalo que un padre pudo hacerle a su hija.
El Destino Final
¿Qué es la muerte? ¿Acaso es el verdadero final? O ¿Hay algo más?
Si me preguntan sobre el sábado 27 de octubre del 2001, mi memoria trae a colación, los recuerdos de un día triste. Papá era silencioso, tanto así que no sabía que se estaba yendo y que no regresaría.
-Eras muy pequeña y un evento así te trastorna
Sonrío al escuchar a mi madre decir esto, por un momento parecía que intercambiamos papeles, ahora ella hacía las preguntas, mientras yo me embarcaba en un viaje directo con mi pasado. Su voz me trae de vuelta a la realidad.
-Él tenía varios sueños y metas y que una enfermedad de la cual no hay salida trunque tus expectativas profesionales y familiares produce de alguna manera un tipo de depresión.
Bajé la mirada, ella tenía razón, él ya no era el tipo alegre de todos los días, se sentía abatido, estaba perdiendo una guerra consigo mismo, con su cuerpo y no había nada que hacer. El médico urólogo le había ofrecido la posibilidad de diálisis, pero él se oponía, tengo clara en mi memoria la frase que decía: “Prefiero morir antes de que una maquina controle mi vida”. La niña de 9 años pensaba en lo egoísta que había sido su padre al no aceptar el tratamiento, pero la chica de 15 años entendió que en la vida existen principios que una persona no puede romper.
-       Eran días donde estaba agotada mental y físicamente, pero él me necesitaba.
No sé necesita escarbar mucho para saber el profundo amor que mi madre le tenía, cuidando siempre de él y lidiando con su pequeña hija. Dios sabe que ambos le estamos agradecidos por eso.
Fue un sábado tranquilo, salimos a buscar las medicinas para ese día, íbamos hablando de lo bien que había ido esa semana en el jardín, aún recuerdo el camino, el ruido de los coches y la vuelta a casa. No sabíamos que al cruzar la puerta entraríamos en una desesperación.
-       Recuerdo haber corrido hacia él asustada, estaba dando tumbos en la cama y quería ir al baño. Te pedí de manera desesperada que llames a tu tía. Sentía que podíamos salvarlo.
Mi tía Rosario Muñoz es médico general, no trataba el caso de mi papá, pero estaba, pero estaba pendiente de él. Lo revisaba dos veces por semana, su consultorio quedaba en el sector de la Rumiñahui al norte de Quito y nosotros vivíamos en la Kennedy no era una distancia tan lejana.
Recuerdo haberle dicho: “¿Puedes venir por favor? Mi papá se está muriendo” Tenía miedo un pánico horrible, porque sabía que algo feo estaba por pasar. Ella llegó quince minutos después de su muerte.
Mi madre intentó llevarlo al baño. La insuficiencia renal es una enfermedad caracterizada por el mal funcionamiento de los riñones, que al final terminará con la incapacidad de orinar. Lo que sucedió con mi padre. No hubo tiempo de despedirse solo pasó como una hoja que se desprende de un árbol, como una estrella fugaz, el me miró intentado expresar lo que ya no podía con palabras. Después todo es oscuro.
Cuando mi tía llegó, abrí la puerta llorando, era muy pequeña, pero sabía que mi padre no volvería, hoy recordándolo me pregunto ¿porque la vida pone esas situaciones en tu camino? ¿Prueba nuestra fortaleza? O solo nos recuerda que la vida es un ciclo a veces bastante injusto.
No estuve en el velorio ni el entierro, me quede en casa de los abuelos con mis tías, cosa que no recuerdo. Mi memoria solo insiste en recrear el recuerdo de las últimas horas de mi padre. Nos miramos a los ojos con mi mamá, no hay necesidad de las palabras.
Ese fue mi padre, el hombre y el protector, una persona entre tantas de miles en el mundo, la historia de un hombre que me inspira cada día. Siempre he pensado que no le damos la importancia a las personas que nos rodean, que no abrimos nuestros ojos cuando tenemos que ver lo importante.
La vida es una sucesión de momentos, lugares y personas que viven en nuestra memoria. Y tengo la seguridad de que volveré al baúl de los recuerdos para rescatar de mi memoria, los pasos de mi padre.




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