lunes, 13 de febrero de 2017

IZQUIERDA, DERECHA, AL FRENTE Y CRUZA. Por: Alejandro Valencia

ANTETÍTULO
No siempre la imprudencia viene de un conductor.
TÍTULO
IZQUIERDA, DERECHA, AL FRENTE Y CRUZA
SUMARIO
Los accidentes de tránsito en ciudades latinoamericanas cada vez van en aumento y lamentablemente pueden hasta costar vidas.
ENTRADA/
INTRODUCCIÓN
Mientras daba la última calda de mi enrolado esperaba, como habitualmente lo hago, el cambio de semáforo en una avenida muy transitada de la Carita de Dios. Piso el enrolado, de reojo veo la luz peatonal en verde y procedo hasta la mitad de la Av. América frente al Seminario Mayor; y cuando daba los primeros pasos recordé la historia que un compañero me había comentado en las horas de la mañana de ese mismo día para el final de su cortometraje; por consecuencia de los que presencié. Podemos llamarlo coincidencia o destino; pero, dicha historia que Felipe me contó se estaba reproduciendo frente a mis ojos.
CUERPO DEL TEXTO
Ella, quien desgraciadamente nunca conocí o investigué su nombre, corría desesperada detrás de un joven, que a mi impresión huía de ella. Los instantes que viví en la mitad de la Av. América frente a la Av. Colón fueron impactantes para mí; y no darle nombre a la joven lo considero un acto cruel. “Nina” pensó que al cruzar corriendo la calle alcanzaría a su compañero, amigo, hermano, en fin al velocista que estaba en frente de ella.
Pero, mientras Nina cruzaba la avenida a un ritmo acelerado detrás de aquel muchacho, giré precipitadamente mi mirada debido al estruendoso freno del vitara gris, acompañado de un ¡CRASH! E impresionado vi como la cabeza de Nina rompía el parabrisas y como efecto del golpe su cuerpo cayó bruscamente contra el pavimento; inmediatamente se oyó un coro de gritos de asombro, terror y shock. Momento después se escuchaban frases como: “¡HIJO DE PUTA!, ¡LA MATÖ!, ¡AGARREN AL CONDUCTOR!, ¡MIRA LO QUE HICISTE!”
Quedé inmutado por obvias razones. Nina inmóvil en el suelo, y como la gente abombaba a la conductora del vitara quien se estacionó a esperar a las respectivas autoridades para afrontar y dar su versión del lamentable e inolvidable  hecho. Nina sin respuesta aún era la responsable directa del accidente, ya que por su imprudencia al cruzar la calle en pleno verde en el paso vehicular; para la conductora fue imposible frenar, debido a que la visión desde su auto fue interferida por un autobús del Corredor Sur Occidental.
La imprudencia del peatón en las calles de la capital es una problemática que se puede constatar en cualquier esquina, ya sea irrespetando el semáforo, no utilizar los pasos o cruces peatonales y caminos sugeridos para el transeúnte; la imprudencia de los capitalinos y visitantes se verifica según la Agencia Metropolitana de Tránsito el 70% de las víctimas de los accidentes suscitados en Quito son peatones. La impericia como principal causante con un 50% de los casos y sólo un 3% por irresponsabilidad del peatón.
Lo vi, lo presencié y hasta publique en Facebook con total indignación, ¡porque soy peatón! Pero, también muy disgustado con Nina, el velocista y el resto de gente que no se percató que a la conductora se le hizo imposible poder evitar tan grave accidente y casi matar a Nina, que ya a las 7:30 de la noche de 9 de enero estaba siendo atendida por una ambulancia y recibiendo primeros auxilios por parte de los paramédicos. Este imprudente velocista enfurecido desde el momento del impacto, intentó socorrer a Nina pero su ira no lo dejó; corrió a toda velocidad contra el vitara, descargando sobre él toda su rabia contra la conductora, quien permanecía frente al volante, supongo aún en shock.
Los golpes sonaban, los cláxones pitaban, la ambulancia se acercaba. La posición que yo tenía era estratégica, que si fuese un apasionado por el cine snuff no me hubiese quedado perplejo con la mano tapando mi boca por el asombro. Sino filmado y documentado la imprudencia de la joven que yacía luchando por su vida dentro de la ambulancia  y a 10 o 15 metros la gente alejando al velocista de la conductora, que bajándose del automóvil se notaba el nerviosismo y pánico en la palidez de su rostro.
Ya recobrando un poco la calma para poder cruzar por completo la A. América, me acerqué unos metros hacia el vitara y el tumulto; que los oficiales de tránsito del Distrito Metropolitano de Quito procedía a hacer movilizar y permitir la circulación del tráfico vehicular que se formó desde el gran estruendo del accidente hasta 30 0 45 minutos después, considero que pasaron. La gente se disipó, el tráfico caótico de Quito circulaba a medida que Nina se alejaba en la ambulancia y la conductora respondía a la Policía Nacional que ya estaba presente para atender el suceso y proceder con su labor.
Dirigiéndome ya hacia la parada, mis ojos buscaban al velocista que también debería afrontar la sanción respectiva por la infracción he imprudencia peatonal cometida que puso en riesgo su vida y consecuentemente la vida de Nina. La señora que se sentó a mi lado minutos después en el bus mencionó: “POBRE MUCHACHITA, DIOS LA CUIDE”: con quién reflexione sobre lo sucedido en pleno centro-norte de la considerada Luz de América. Aunque suene muy trillado aquella noche conmigo se reivindicó la frase “Es mejor perder un segundo de la vida, que la vida en un segundo”.
Entre enero y marzo del 2015 se registraron 474 arrollamientos en la capital, de los cuales 27 han terminado en decesos; en relación con el 2014 ha aumentado en un 68.7% las muertes por esta causa.

Conclusión
Frases, recuadros, cifras.

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